El 2 de noviembre de 1810, la playa de Covas amanecía con centenares de cadáveres sobre su arena. Dos de ellos permanecían fundidos en un abrazo. La madrugada anterior se había producido uno de los más trágicos sucesos de la historia naval de nuestro país, el naufragio de la fragata Santa María Magdalena y del bergantín Palomo, integrantes de una Armada de guerra compuesta por navíos españoles e ingleses, que se encontraba fondeada en la Ría de Viveiro, Lugo, en plena Guerra de la Independencia contra Francia, y que habían sido sorprendidos por un fuerte temporal. Los dos cadáveres abrazados eran padre e hijo, y su muerte sirvió para que la Armada prohibiese el embarque de familiares directos en la misma unidad. Se estima que 800 personas perdieron la vida esa noche en la mayor tragedia marítima de Galicia.
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